martes, 10 de julio de 2012

Distancia

Llegan al bus, él se ofrece a ayudarla con la maleta, y ella lo rechaza. Está nerviosa, decaída, huidiza. No le mira a los ojos y él querría perderse en los suyos. Parece un conejillo asustado, y él, sin saber bien qué pasa, siente que la ha desencantado.

Suben y se sientan, ella hacia la ventana, de la que no quita ojo entre que espera a que él se siente. Al hacerlo, se la aprende entera con los ojos. Cómo se aparta periódicamente, y de forma inconsciente, el pelo del flequillo. Cómo de profundo respira. Cómo su mano araña su pantalón, pensando en que no le ve nadie. Cómo le cae el pelo por los hombros, dejando ver el derecho, de piel visiblemente suave y tersa...y cómo se va quedando dormida. Ya le había hablado de lo rápido que se duerme en los transportes, pero a él le hace gracia verla pelear contra su propio cuerpo, forzándose a abrir los ojos, pero aún sin decirle nada, sin mirarlo...poco a poco, ella cede, se reclina, su cabeza cae y su rostro, con los ojos cerrados, queda inclinado hacia él.

Él la mira fijamente, sin saber bien qué hacer, y ve caer una lágrima por su mejilla, como si hubiera esperado que ella bajara la guardia para salir...

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